
Arguedas para muchos no solamente significo el nuevo indigenismo, sino también la “utopía andina”, que lejos de mostrar un indigenismo dogmatico, elevo el mestizaje como un proyecto. Sin embargo, este proyecto necesariamente debería estar ligado por la “lucha de contrarios”, una violencia simbólica y del lenguaje.
El lenguaje en Arguedas cumplía un papel tremendamente subversivo – como acaba de recordar Aníbal Quijano – también muestra esa fe en la comunicación de dos mundos. Obviamente que estos mundos en Arguedas eran vistos como entes conflictuales, el retrato de los dominados y los dominantes transito por todos sus escritos. El escenario desde sus primeros relatos Agua, Yawar Fiesta, los Ríos profundos, muestran ese desencuentro entre indios y Mistis.
Esta figura arguediana quedo mostrando un primer momento del autor, un espacio andino, donde la vida cotidiana y sus relaciones de poder entre los indios y las instituciones de dominación (terratenientes, prefecto, curas, etc.) entrecruzaban dos mundos muy divergentes pero complementarios. Entre esos personajes existe una propia mixtura, dando lo heterogéneo de la modernización en los andes, podemos identificar como señala Guillermo Rochabrún: “una noción tripartita en los personajes: indios, mestizos y señores “. Identificando al indio como una “realidad enclaustrada”, al mestizo como el Misti bastardo o el indio que se libero (caso del valle del Mantaro) y al señor como el dueño del poder. Así mismo, dentro de esta separación identificamos múltiples hibridaciones, el caso de un Misti paternalista, o un indio progresista.
En lo sucesivo mostrara ese otro escenario de luchas y pugnas, donde los Mistis e indios ya no son vistos como entes aislados, sino como productos de viejos enfrentamientos que se trasladan a un escenario más dinámico: la urbe.
En todas la sangres ya vemos un poco de esta dinámica, pero es en el zorro de arriba y el zorro de abajo - cuyo escenario es Chimbote- donde radicalmente se ve la construcción de una nueva subjetividad, el mestizo y la aculturación, la intromisión del imperialismo, la violencia, el lenguaje , la prostitución, el robo, etc. Un escenario más complejo donde las distintas aristas terminaran por escindir el verdadero problema de nuestras diferencias. Arguedas plantea en términos turbulentos lo duro de formar un mundo mestizo sin poder enfrentar a estas dos partes (lo andino y lo moderno) en Arguedas nace definitivamente la necesidad de ver un mundo pluricultural, multilingüe - y porque no – intercultural.
Fue un visionario en ver un mundo individual moderno, pero que podía existir con una articulación colectiva, el mundo místico y fantasioso amalgamado con la racionalidad instrumental, fue en Arguedas su utopía futurista, no podemos conformarnos con llamarlo un simple “neo-indigenista”, pues en Arguedas encontraremos un sujeto que narro desde dentro al indígena. Así mismo, describió el nuevo proceso de mestizaje en las urbes, entonces no era un indigenista a secas. Era un hombre múltiple con un proyecto integral, donde los fenómenos sociales, culturales y tecnológicos Alcanzaban un equilibrio entre lo que podemos llamar “naturaleza” y “sujeto individual”, esta forma de ser en el mundo, donde la modernidad no termine por acabar al hombre tanto culturalmente como socialmente y la tradición sea un articulador de la vida.
Arguedas etnólogo, folklorista, recolector de poemas, relatos, dichos andinos, traducidos por el mismo. Son prueba que su literatura partía del estudio sistematizado y metodológico, la crítica que sufrió en aquella famosa mesa redonda de “Todas las Sangres” lo terminaron por vapulear literariamente. Como ha señalado certeramente Guillermo Rochabrun existió un divorcio entre sociología y literatura, entre el análisis literario y el de las ciencias sociales, entre la fantasía literaria y lo que denominaron como realidad.
Cada persona que participo de la mesa redonda critico fuertemente a Arguedas (Alberto Escobar fue el único que lo defendió) entre otras cosas por no mostrar en la novela un escenario “real” de la sociedad peruana, creando personajes desaforados (caso Rendón willca) Sebatian Salazar Bondy, señalo que la novela “no servía para el análisis sociológico”. Lo mismo formulo Favre, Quijano, Oviedo, Bravo, la forma de ver un texto tan ambiguo y polisémico, donde la lupa del escritor mostraba una realidad polivalente y desfasada.
Ante esta crítica tan desatinada, la voz de Alberto escobar señalaba el mundo interior arguediano. Lo complejo de nuestra realidad llevada por la ficción y el lenguaje señalando en el debate la ricura del texto:
“(…) es el conflicto invívito en toda la obra de Arguedas: es el conflicto entre el punto de vista occidental y el punto de vista aborigen. Entonces, esos dos conflictos se dan a plenitud en la novela, y esos dos conflictos no aparecen literalmente, sino que aparecen mezclados, confundidos, resquebrajados, entonces se dan patrones aindiados; indios amestizados; racionalistas con cierto sentido religioso; mágico con un sentido racionalista. Y es precisamente esta con – fusión, este mundo desarticulado y desintegrado, el que para mí es el testimonio de la confusión mental, real y social, que es el Perú de hoy día. O sea que, lo que ustedes ven como defecto, yo veo como excelente”. (Énfasis nuestro)
La mesa redonda para múltiples críticos acabo sin novedad alguna, más que aportes término por destrozar a un José maría frágil. “He vivido en vano”, escribió - Arguedas - en su diario esa misma noche, un par de” sociólogos ilustres criticaron mi obra” señalaría. Sin embargo, después de aquel encuentro Arguedas siguió escribiendo y terminaría por acabar su vida un 02 de diciembre de 1969 un par de cartas y un sueño utópico nos dejaría, ser esos demonios felices que cantan en español y quechua y que sobre todo no se sienten extranjeros en su propio país, sería el mensaje de un amauta.
El lenguaje en Arguedas cumplía un papel tremendamente subversivo – como acaba de recordar Aníbal Quijano – también muestra esa fe en la comunicación de dos mundos. Obviamente que estos mundos en Arguedas eran vistos como entes conflictuales, el retrato de los dominados y los dominantes transito por todos sus escritos. El escenario desde sus primeros relatos Agua, Yawar Fiesta, los Ríos profundos, muestran ese desencuentro entre indios y Mistis.
Esta figura arguediana quedo mostrando un primer momento del autor, un espacio andino, donde la vida cotidiana y sus relaciones de poder entre los indios y las instituciones de dominación (terratenientes, prefecto, curas, etc.) entrecruzaban dos mundos muy divergentes pero complementarios. Entre esos personajes existe una propia mixtura, dando lo heterogéneo de la modernización en los andes, podemos identificar como señala Guillermo Rochabrún: “una noción tripartita en los personajes: indios, mestizos y señores “. Identificando al indio como una “realidad enclaustrada”, al mestizo como el Misti bastardo o el indio que se libero (caso del valle del Mantaro) y al señor como el dueño del poder. Así mismo, dentro de esta separación identificamos múltiples hibridaciones, el caso de un Misti paternalista, o un indio progresista.
En lo sucesivo mostrara ese otro escenario de luchas y pugnas, donde los Mistis e indios ya no son vistos como entes aislados, sino como productos de viejos enfrentamientos que se trasladan a un escenario más dinámico: la urbe.
En todas la sangres ya vemos un poco de esta dinámica, pero es en el zorro de arriba y el zorro de abajo - cuyo escenario es Chimbote- donde radicalmente se ve la construcción de una nueva subjetividad, el mestizo y la aculturación, la intromisión del imperialismo, la violencia, el lenguaje , la prostitución, el robo, etc. Un escenario más complejo donde las distintas aristas terminaran por escindir el verdadero problema de nuestras diferencias. Arguedas plantea en términos turbulentos lo duro de formar un mundo mestizo sin poder enfrentar a estas dos partes (lo andino y lo moderno) en Arguedas nace definitivamente la necesidad de ver un mundo pluricultural, multilingüe - y porque no – intercultural.
Fue un visionario en ver un mundo individual moderno, pero que podía existir con una articulación colectiva, el mundo místico y fantasioso amalgamado con la racionalidad instrumental, fue en Arguedas su utopía futurista, no podemos conformarnos con llamarlo un simple “neo-indigenista”, pues en Arguedas encontraremos un sujeto que narro desde dentro al indígena. Así mismo, describió el nuevo proceso de mestizaje en las urbes, entonces no era un indigenista a secas. Era un hombre múltiple con un proyecto integral, donde los fenómenos sociales, culturales y tecnológicos Alcanzaban un equilibrio entre lo que podemos llamar “naturaleza” y “sujeto individual”, esta forma de ser en el mundo, donde la modernidad no termine por acabar al hombre tanto culturalmente como socialmente y la tradición sea un articulador de la vida.
Arguedas etnólogo, folklorista, recolector de poemas, relatos, dichos andinos, traducidos por el mismo. Son prueba que su literatura partía del estudio sistematizado y metodológico, la crítica que sufrió en aquella famosa mesa redonda de “Todas las Sangres” lo terminaron por vapulear literariamente. Como ha señalado certeramente Guillermo Rochabrun existió un divorcio entre sociología y literatura, entre el análisis literario y el de las ciencias sociales, entre la fantasía literaria y lo que denominaron como realidad.
Cada persona que participo de la mesa redonda critico fuertemente a Arguedas (Alberto Escobar fue el único que lo defendió) entre otras cosas por no mostrar en la novela un escenario “real” de la sociedad peruana, creando personajes desaforados (caso Rendón willca) Sebatian Salazar Bondy, señalo que la novela “no servía para el análisis sociológico”. Lo mismo formulo Favre, Quijano, Oviedo, Bravo, la forma de ver un texto tan ambiguo y polisémico, donde la lupa del escritor mostraba una realidad polivalente y desfasada.
Ante esta crítica tan desatinada, la voz de Alberto escobar señalaba el mundo interior arguediano. Lo complejo de nuestra realidad llevada por la ficción y el lenguaje señalando en el debate la ricura del texto:
“(…) es el conflicto invívito en toda la obra de Arguedas: es el conflicto entre el punto de vista occidental y el punto de vista aborigen. Entonces, esos dos conflictos se dan a plenitud en la novela, y esos dos conflictos no aparecen literalmente, sino que aparecen mezclados, confundidos, resquebrajados, entonces se dan patrones aindiados; indios amestizados; racionalistas con cierto sentido religioso; mágico con un sentido racionalista. Y es precisamente esta con – fusión, este mundo desarticulado y desintegrado, el que para mí es el testimonio de la confusión mental, real y social, que es el Perú de hoy día. O sea que, lo que ustedes ven como defecto, yo veo como excelente”. (Énfasis nuestro)
La mesa redonda para múltiples críticos acabo sin novedad alguna, más que aportes término por destrozar a un José maría frágil. “He vivido en vano”, escribió - Arguedas - en su diario esa misma noche, un par de” sociólogos ilustres criticaron mi obra” señalaría. Sin embargo, después de aquel encuentro Arguedas siguió escribiendo y terminaría por acabar su vida un 02 de diciembre de 1969 un par de cartas y un sueño utópico nos dejaría, ser esos demonios felices que cantan en español y quechua y que sobre todo no se sienten extranjeros en su propio país, sería el mensaje de un amauta.
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