Vallejo fue un poeta misio. Que intento revolucionar la poesía, y por supuesto, lo logro. Pero la poesía no era el único motor de su vida literaria, resaltan sus novelas y cuentos breves, teatro, sus ensayos sobre Rusia, así como sus artículos sobre el arte y la revolución.
Gonzales Vigil señalara – siguiendo los comentarios de Georgette de Vallejo – que el arte y la revolución fue para Vallejo su “libro de pensamiento”, en este texto Vallejo no solo vinculara al “artista con su época” sino – y sobre todo- el encuentro del artista con una “nueva época”, el puente entre el artista revolucionario y del creador panfletario o contrarrevolucionario. Y dentro de los llamados revolucionarios a los dogmáticos y los que utilizan “correctamente “el materialismo histórico. Estos puntos nos aproximaran - como también ha señalado Gonzales Vigil – a esa lógica de una “estética marxista vallejiana”.
En líneas concretas lo que Vallejo apuntala en un texto bastante embrionario es ser de interlocutor con la poesía, el arte, la cultura, el cine, el lenguaje, el signo, la imagen, etc. Desde una posición de clase, donde daba sus primeros pasos para consolidar una posición política más solida.
Definitivamente Vallejo era un heterodoxo desde sus lecturas de los clásicos del marxismo, quien consideraba que el camino al socialismo no tenia receta fundamentalista. Basta con leer su texto sobre los doctores del marxismo quien señala que “los marxistas rigurosos, los marxistas fanáticos, los marxistas gramaticales, que persiguen la realización del marxismo al pie de la letra, obligando la realidad histórica y social a comprobar literal y fielmente la teoría del materialismo histórico- aun desnaturalizando los hechos y violentando el sentido de los acontecimientos – “(Vallejo 1992: 71) en un tono mas burlón y sarcástico Vallejo arrecia contra el dogmatismo de aquellos intelectuales que “para decidirse a reír o llorar ante un transeúnte que resbalaba en la calle, sacan su “capital” de bolsillo y lo consultan “ . Sus estudios del marxismo lo llevaron a la sana conclusión que el marxismo no es una cuestión acabada y perfecta. “Marx no puede ser el último revolucionario” – escribiría- sin embargo, su apego al materialismo histórico como método, es el reflejo de un artista en una época, el escultor de una roca en el tiempo y el espacio. No encontraremos en Vallejo el lenguaje como una estética simplista, sino, una estética revolucionaria y revolucionaria en la medida de su heterodoxia, frente a las aproximaciones más dogmaticas y cuadriculadas.
Traza los lineamientos de un artista – pues para Vallejo- “el artista es inevitablemente, un sujeto político. Su neutralidad, su carencia de sensibilidad política, probaría chatura espiritual, mediocridad humana, inferioridad estética” (Vallejo 1992: 42) la idea vallejiana del artista como del escritor, es de compromiso, ¿qué significa este compromiso? la creación de un lenguaje y una estética revolucionaria, donde las transformaciones políticas y sociales deberán ir de la mano con esta posición de los artistas. Crear un nuevo lenguaje en el asfalto de la historia, era en definitiva para Vallejo, vivir en una dialéctica constante, enfrentarse al retrato y la vida de la burguesía a través de los nuevos signos y figuras del mundo moderno, es decir , del marxismo.
En definitiva, Vallejo como Mariátegui son dos intérpretes de un marxismo otro uno en el papel de los artistas en un escenario cosmopolita como la Europa de los 20 y 30, el otro, ligado a un análisis más profundo y lucido de nuestra realidad latinoamericana.
Gonzales Vigil señalara – siguiendo los comentarios de Georgette de Vallejo – que el arte y la revolución fue para Vallejo su “libro de pensamiento”, en este texto Vallejo no solo vinculara al “artista con su época” sino – y sobre todo- el encuentro del artista con una “nueva época”, el puente entre el artista revolucionario y del creador panfletario o contrarrevolucionario. Y dentro de los llamados revolucionarios a los dogmáticos y los que utilizan “correctamente “el materialismo histórico. Estos puntos nos aproximaran - como también ha señalado Gonzales Vigil – a esa lógica de una “estética marxista vallejiana”.
En líneas concretas lo que Vallejo apuntala en un texto bastante embrionario es ser de interlocutor con la poesía, el arte, la cultura, el cine, el lenguaje, el signo, la imagen, etc. Desde una posición de clase, donde daba sus primeros pasos para consolidar una posición política más solida.
Definitivamente Vallejo era un heterodoxo desde sus lecturas de los clásicos del marxismo, quien consideraba que el camino al socialismo no tenia receta fundamentalista. Basta con leer su texto sobre los doctores del marxismo quien señala que “los marxistas rigurosos, los marxistas fanáticos, los marxistas gramaticales, que persiguen la realización del marxismo al pie de la letra, obligando la realidad histórica y social a comprobar literal y fielmente la teoría del materialismo histórico- aun desnaturalizando los hechos y violentando el sentido de los acontecimientos – “(Vallejo 1992: 71) en un tono mas burlón y sarcástico Vallejo arrecia contra el dogmatismo de aquellos intelectuales que “para decidirse a reír o llorar ante un transeúnte que resbalaba en la calle, sacan su “capital” de bolsillo y lo consultan “ . Sus estudios del marxismo lo llevaron a la sana conclusión que el marxismo no es una cuestión acabada y perfecta. “Marx no puede ser el último revolucionario” – escribiría- sin embargo, su apego al materialismo histórico como método, es el reflejo de un artista en una época, el escultor de una roca en el tiempo y el espacio. No encontraremos en Vallejo el lenguaje como una estética simplista, sino, una estética revolucionaria y revolucionaria en la medida de su heterodoxia, frente a las aproximaciones más dogmaticas y cuadriculadas.
Traza los lineamientos de un artista – pues para Vallejo- “el artista es inevitablemente, un sujeto político. Su neutralidad, su carencia de sensibilidad política, probaría chatura espiritual, mediocridad humana, inferioridad estética” (Vallejo 1992: 42) la idea vallejiana del artista como del escritor, es de compromiso, ¿qué significa este compromiso? la creación de un lenguaje y una estética revolucionaria, donde las transformaciones políticas y sociales deberán ir de la mano con esta posición de los artistas. Crear un nuevo lenguaje en el asfalto de la historia, era en definitiva para Vallejo, vivir en una dialéctica constante, enfrentarse al retrato y la vida de la burguesía a través de los nuevos signos y figuras del mundo moderno, es decir , del marxismo.
En definitiva, Vallejo como Mariátegui son dos intérpretes de un marxismo otro uno en el papel de los artistas en un escenario cosmopolita como la Europa de los 20 y 30, el otro, ligado a un análisis más profundo y lucido de nuestra realidad latinoamericana.