jueves, 30 de diciembre de 2010

ARGUEDAS EL MODERNO-ANDINO



“Siento un gran terror, pero también siento una gran esperanza”
José María Arguedas

Dicen que los grandes hombres siempre encuentran grandes finales. Este no es el caso de José María, el suicidio como problema y posibilidad encontró su atalaya un 02 de diciembre de 1969. Unas cuantas cartas dejadas en el escritorio y una novela en la imprenta fueron sus últimos legados.
Ese “conflicto” interno producto de una infancia bipolar, donde el descubrimiento de nuevos mundos, así como la soledad y el aprendizaje domestico, encontraron en el “niño” José María el inicio de una confrontación nacional. De una problemática que surge desde la cotidianidad de un individuo y que se traslada en el universo peruano. Esta problemática ineludiblemente cargada de conflictos, cohesiones y superaciones, encuentra en la lógica “Arguediana” una puerta abierta al debate. El miedo como cohesionador del mundo andino con el occidental señala en José María esa posibilidad siempre abierta e irresuelta de encontrarnos como nación. Las libertades y las injusticias son modos de entender ese mundo tan inconcluso llamado Perú. Que para Arguedas finalmente, fue el espacio donde existió, amo, lloro, odio, pensó y busco esas alternativas ante el gran hervidero social que jerarquizaba, estructuraba y no planteaba un proyecto, en el que “todas las sangres “se convirtieran en ese país que finalmente hoy es.
José María fue un hombre tímido, alegre, bailarín, festivo. Siempre caracterizando esa nostalgia tan alegre que envuelve al mundo andino, los charangos, las quenas, las guitarras, los yaravíes y los danzantes de tijeras. Que como gran jolgorio siempre apasionaron su mundo. Un mundo del cual mucho se ah escrito, un mundo en el cual el “conflicto” asume una variable independiente y aparentemente es el cursos de sus pensamientos. Pero será acaso el conflicto ese motor principal, ¿la idea de que dos mundos puedan coexistir como necesidad absoluta, tiene que ser en Arguedas necesariamente una afirmación dogmatica? Qué la hibrides sea pues nuestra única alternativa, ¿es lo planteado en el proyecto Arguediano? ¿El mestizaje tiene que ser un proyecto, necesariamente colectivo? El conflicto, la justicia, el miedo, como sus pasiones en José María influyeron en la construcción de su universo, un universo que se caracteriza por descubrir y problematizar eso del mundo que a simple vista era mostrado como natural y racional pero que en el fondo esa naturalización partía de un proceso genealógico y las tensiones que dentro de estas se daban fueron planteadas por este.
Lo basto de su obra literaria, señala lo característico del proceso modernizador en el Perú. Las tensiones en el mundo andino con el occidental, son en Arguedas ese afán de reencuentro y de reelaboración. Sus personajes marcados entre la tradición y la modernidad hacen ver un Arguedas emocionado por el mundo andino pero a la vez triste por un mundo moderno que en su propia dinámica excluye e incluye al mundo andino. Haciendo de este un proceso cíclico en el cual los distintos actores pasan de un escenario a otro y en el cual surgen pues nuevos conflictos y nuevos agentes que pugnan por el poder. Será acaso esa novela llamada el zorro de arriba y el zorro de abajo el gran proyecto que Arguedas plantea como esa forma peculiar de entrar y salir de la modernidad, convivir con la otredad y finalmente plantear eso que llamo “la formación de una cultura nacional indoamericana”.
El mestizaje en Arguedas adquiere una particularidad, el proyecto arguediano es luchar entre la tormenta, la memoria y los rituales sociales quienes adquieren un elán de supervivencia ante la confrontación de los mundos (moderno – andino). Arguedas apuntala hacia la cohesión de las actividades tradicionales en un mundo moderno-eurocentrico. Pero la cosa se complica, los procesos de aculturación que se desarrollan pasaran a formar dos caras de una misma moneda. Por un lado, los indios que cargan con la dominación étnica y el racismo. Desde los blancos es vivido como un peligro que debe ser evitado. Una vergonzosa contaminación (Portocarrero 2004: 257) estamos frente a una posibilidad con múltiples matices. Sin embargo, dentro de este torrente Arguedas señalara que para él, el mestizaje era una actitud de vida, implicaba armonía y tolerancia, libertad y apertura. En definitiva, una integración con orgullo.
Alberto flores Galindo señalara que en el pensamiento arguediano faltan lo mestizos, aclarando que podemos distinguir dos Arguedas uno el escritor y otro el antropólogo que forman un amalgama reinventado constantemente la noción del mestizaje.
“solo aparecerá en Yawar Fiesta (1941) y sobre todo en los ensayos antropológicos que Arguedas redacta en años posteriores. En textos como los que escribe sobre las comunidades de la sierra central o el arte popular en huamanga, el mestizo parece ser el anuncio de un país en el que por sucesivas aproximaciones se irían fusionando el mundo andino, el mundo occidental. Pero cuando se regresa a las ficciones, y las pasiones vuelven a imponerse, los mestizos no tienen mucho espacio en un mundo que no permite la situación intermedia: la resignación o la rebeldía, el llanto o el incendio. Los mestizos se reducen a lo individual, el alma del narrador”. (Flores 1988:353)
Existe una notoriedad del entrecruzar y poner en el escenario los conflictos de la tradición y la modernidad. El proceso que esto significaba era para Arguedas la identidad a través del leguaje, los símbolos, los imaginarios, etc. La respuesta clave que Arguedas codificaba era un mundo intermedio. Era el de la injusticia y la estructuración de una sociedad. La explotación como la dominación exigen ir de la mano, pero el proyecto moderno enarbola justicia, igualdad, fraternidad. Estas posiciones se mezclan en la subjetividad de Arguedas, la noción de una ciudadanía múltiple, donde el sujeto se encuentre en una relación de igualdad con su herencia andina era un equilibrio en el que las relaciones sociales de poder lleguen a un conceso pleno.
Esto significa hablar de Arguedas como un pensador moderno- andino cuya utopía (andina o arcaica ) significaba la representación social de los agentes como creadores de una racionalidad (a través de sus ritos, fiestas, ceremonias, música, comida, danzas, etc.) que ineludiblemente se vería enfrentado al mundo de los “mistis” con su noción de ciudadanía y la reelaboración de un mundo social en las ciudades. Arguedas no estuvo tan lejos de lo que finalmente paso. Sin embargo, las cosas no han cambiado mucho. Los mismos temores que hoy podemos plantear desde la visión de Arguedas se repiten. La noción del racismo, la discriminación, lo hibrido de nuestro andar y el problema del mestizaje son temas que tocan a la puerta de todo académico de las ciencias sociales en general.
¿Qué podemos rescatar de Arguedas hoy? Desde mi punto de vista Arguedas es una ventana abierta. Nunca pretendió poner un punto de llegada a su obra. No concluyo el laberintico tema del mestizaje. Simplemente escarbo en una realidad problematizándola y ofreciendo gustos, colores, olores, sentimientos y representaciones de un mundo y un sujeto bastante aislado. La modernidad en Arguedas surge entonces como una alternativa ante ese mundo en decadencia, pero el salvavidas moderno no era en Arguedas alienante, era una propuesta de un nuevo mundo, de un nuevo horizonte más justo, solidario. Donde las culturas puedan expresarse y donde lo occidental conviva con lo andino y se fortifique una identidad bastante particular.
Creemos que es una propuesta vigente, coherente pero con limitaciones. El mundo que enfrentamos hoy, hace recurrir a otro tipo de actor social. La multiplicidad de sabores que presenta nuestro país combinado con lo rápido de la información y las tecnologías. Ah cambiado el horizonte de ese mismo mundo andino y de las representaciones que de este emergen, el tejido social como las relaciones de poder, adquieren nuevas dinámicas. Y es este nuevo escenario en que los sujetos deben ser parte de la historia, parte de un proceso complejo, donde la volatilidad es una de sus características, no podemos dejar de proponer un mestizaje para el siglo XXI.
Entonces reencontrarnos con Arguedas significa ver ese producto acabado/inconcluso. La cotidianidad es el mejor insumo para ver a Arguedas, la vida diaria y las actuaciones de los agentes nos proporcionaran los instrumentos para ver que tanto la jerarquización, dominación, justicia, ciudadanía, democracia, libertad se ah apoderado de nosotros. Las ceremonias, los rituales, las fiestas, la comida, la música como escenarios donde el mestizaje brilla con toda lucidez y nos muestra ese sabor que tiene nuestra cultura.
Hoy podemos hablar que la dinámica continua que los macro proyectos de un mestizaje se están desgranando en múltiples alternativas, unas mas políticas otras más culturales, pero que finalmente muestran el entramado social que somos un país de “todas las sangres” pero en el cual muchas veces nos sentimos “extranjeros”.

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