Hoy me bato en duelo, con tú sonrisa continua.
Con lo irreductible de tus palabras bronceadas,
Ya el silencio canta en el aire y tus ojos marmoleados resplandecen,
No hay más pesadumbre que tus miradas opacas en las mañanas.
El viento en el asfalto canta tú nombre,
No hay árboles que reflejen tú andar, curioso y despiadado.
Tus palabras oscuras y de nuevo esa risa voluptuosa,
Hacen en mí, lo que el gris invierno ahuyenta en las ramas peladas.
La diferencia nos acerca mucho más,
Ya no hay espacio en el organismo para desearte tanto,
Explicarte que los sueños son como las calles de lima,
Vacías y turbulentas.
Mi deseo viene de ti y muere por ti,
Mis citas virtuales se entretejen por el software y las redes,
De tu cabellera.
Pues,
No hay mas inequidad en el mundo, que teniéndote cerca, estas tan lejos.
Y eso importa, en tu silencio y en mi palabra mal escrita.
Ya es tarde en el fondo,
Y las mismas injusticias que me hacen hablar, me hacen cantarte.
Soplar al viento tú nombre en una tarde mojada y friolenta, veraniega.
Torcerme al compas de las hojas en el otoño,
Increpar al dios de todos y de nadie,
Por tus ojos ausentes.
Ya no hay clamor,
Todo se esfumo por las estrechas avenidas,
Por el humo de tus pasos acercándose.
No hay esquina sin tú marca,
No hay piedra sin tú lágrima.
No hay vida sin tú vida.
Eso es todo,
Mi cuerpo cansado se hecha en la tierra,
Y te sigue hablando…
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