lunes, 27 de junio de 2011

CAFÉ CON LECHE

Dicen que el odio es como el rencor amalgamado con un poco de amor, los niños son rencorosos a veces de día otras de noche. Las madres protegen, te votan y callan. Suelen ser señoras de luz eterna en las noches oscuras. Amo esta ciudad con su cielo gris y su aire espeso con ese hedor fétido a eyaculaciones y vómitos. Amo las rosas blancas en los floreros empaquetados de servilletas y chocolates. Amo el café, su oscuro lado guarda la esencia de la vida, en fin, amo todo lo que me hace daño, todo lo que mis ojos asqueados ven y desean.
Pero la leche ese elemento blanco, a veces suele avinagrarse, si uno lo deja días de días tiende a malograrse, los gusanos aúllan dentro de este proceso sentimental y químico. ¿Cuánta gente existe en el mundo sin probar un simple vaso de este elemento? ¿Cuánta gente odia a la leche y no la consume, aun teniéndola al lado? A veces me suelo preguntar porque su repugnancia a este elemento tan vital para la existencia. No hay respuestas para muchas preguntas, eso también suele ocurrir a veces, no hay un sentido para los días sin leche y sin café.
El café por otro lado, puede ser dulce otras amarga, su silueta es espesa y esbelta. Su serenidad anuncia un porvenir esclarecedor, hermoso. Pero en las mañanas de sábados o de cualquier otro día se consume con total sinceridad, lo labios salen excitados de probar tan vital liquido, las piernas y las manos temblando por su olor a matorrales frescos, su encandécete color brilla desde lejos y su aire vuelve a mostrar su carisma oceánico, en las noches de cualquier otro día - incluidos los sábados - es diferente. El café te ayuda a morir de a pocos beberlo rápidamente te puede hacer toser o vomitar, incluso hasta llorar y que la sangre se derrame de los ojos como dos pétalos ultrajados. En definitiva el café es un líquido provocador que bien te puede hacer emocionar o simplemente llevarte a una muerte feliz. Yo prefiero recordarlo como la emoción que me mato.
Café con leche, una mezcla perfecta. Un solo instante para la unión, el color es bellísimo, un negruzco pálido que advierte la preparación hace vibrar el corazón en las tardes de cualquier lugar, de cualquier día y de cualquier segundo. No importa, la preparación no se pudo hacer, porque el café y la leche aunque de diferentes maneras y de diferentes horizontes algún día se encontraran, el café sabe lo oscuro de su andar por el mundo, la leche no es un ser virginal – tampoco tendría por qué serlo- sin embargo es una composición explosiva, que se confunde por el deseo y las mentiras, pero igual , a mi me gustaría amanecer algún día y beber una taza de café con leche y saber que aun existo, yo quiero un café con leche, aunque este sepa amargo y a mierda.